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jueves, 19 de agosto de 2010

Segovia... de nuevo

Este último año me ha sobrecogido un afán de revisarme y de formarme totalmente nuevo para mi. Hace un tiempo tenía la sensación de que "lo sabía todo", "estaba de vuelta de muchas cosas"... quizá los acontecimientos de estos últimos tiempos me han dado un baño de humildad y me han hecho rendirme al socrático "solo se que no se nada".

Bien, algo se, y no hago las cosas del todo mal (así conjuro mi vanidad!) pero puedo saber mucho más y hacer las cosas mejor. Y aún más: en este camino, puedo continuar adquiriendo la humildad del que se sabe en proceso.

Mi interés por aprender y mejorar me llevan a Segovia. Una ciudad que visitaré por tercera vez y que me causó un fuerte impresión. Me encantaron sus calles repletas de palacios, iglesias, edificios civiles... Una ciudad de cuento de hadas, una joya como Praga, como Florencia... ahí a los pies del Guadarrama humilde y callada.

Mi primer acercamiento a Segovia tuvo lugar en un momento de cambio, un momento personal muy duro de desentendimiento, de chantaje y de revelaciones. Saboreé la pequeña ciudad, sus piedras blancas, sus calles sinuosas, su teatro Juan Bravo y la figura, también humilde y callada de mi admirado Antonio Machado. Segovia, siempre en segundo plano. Segunda ciudad para Machado, después de Soria... segunda corte para Castilla pese a ser el lugar donde se coronó a la reina Isabel, segunda ciudad en la guerra de los comuneros detrás de Valladolid, ciudad iluminada y humilde...

El segundo fue muy diferente, con mi compañera paseamos por la parte antigua, hasta el Alcázar... visita gastronómica al Convento de mínimos... redescubrir San Esteban, de nuevo una iglesita pequeña, casi de juguete... que con sus bajos arcos románicos pero su imponente torre que junto a San Millán y San Lorenzo dibujan el recorrido del barrio histórico. Su aljama, su sinagoga... Recomponiéndome, restaurando mis ruinas.

El sábado llegaré a Segovia por tercera vez. La pequeña ciudad idealizada en mi mente acoge un curso que creo será muy de mi interés. Espero empaparme del espíritu de esta bellísima y humilde ciudad, que desde la insignificancia reivindica un interior grandioso y luminoso como el de las joyas italianas del cinquecento.

Segovia... de nuevo, ahora en mi vida más estable...

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